Durante los últimos años he disfrutado profundamente de mi camino espiritual, el cual me iba guiando en una sola dirección, permitiéndome siempre ver cuál sería el próximo paso. Muchos años han pasado desde aquella ceremonia de autodedicación que llevé a cabo una noche de invierno en la que susurré al Universo que estaba dispuesto a explorar el camino de la Divinidad.
Sin embargo, lo que parecía una senda tranquila y lineal se convirtió en un continuo cruce de caminos desde que abandoné mi ciudad natal por motivos laborales hace poco más de un año. Como si no fuese suficiente con dejar atrás a mi familia y amigos, los lugares especiales de Granada, las quedadas y un sinfín de cosas más, parece que el destino me deparaba también ampliar horizontes en lo que a mi camino espiritual respecta.
Desde entonces, he conocido a gente nueva con la que he empezado a caminar esta nueva etapa, he visitado espacios sagrados que me han hecho vibrar, he asistido a ceremonias que me han cambiado por dentro y he tenido momentos de crisis espiritual al ver cómo muchas de las cosas que yo consideraba pilares de mi camino se resquebrajaban de forma irreparable. Y es que da igual cuántos libros haya leído uno o las formaciones que haya completado, como tampoco importa demasiado la experiencia previa o los contactos que uno tenga: este camino nunca dejará de sorprendernos.
El aprendizaje que estoy obteniendo estos últimos meses a base de sorpresas y reflexiones trata sobre la importancia de los sentimientos al celebrar un ritual o participar en una ceremonia. Esto puede parecer una auténtica obviedad, pero he estado en unas cuantas celebraciones paganas e incluso he visto a gente a la que admiro dirigir el ritual de una determinada festividad y no he llegado a sentir absolutamente nada. Todo perfectamente calculado y cuidadosamente diseñado, una puesta en escena maravillosa acompañada de una dirección solemne de la ceremonia... pero no sentía el click interno que yo pensaba que debían activar los rituales en sus asistentes.
Esto siempre me pareció bastante extraño, pero dado que quien estaba dirigiendo la ceremonia llevaba más tiempo en el camino que yo o tenía un rango superior al mío, nunca me atreví a cuestionar este hecho y simplemente pensé que sería su forma de hacer las cosas... al fin y al cabo, todos somos muy diferentes. Por mi parte, siempre he intentado lo contrario: si hay gente que deposita en mí su confianza al decidir asistir a un ritual en el que yo estoy al mando, trato de que ese momento resulte especial y emotivo para dichas personas. No se trata solo de crear un buen recuerdo, sino de remover las energías por dentro y hacer que la ceremonia suponga un antes y un después para todos los asistentes.
Siempre recordaré una ceremonia de Ostara en la que una buena amiga se encontraba bastante cansada debido a su embarazo y decidió acompañarnos durante el ritual sentada en un sillón, sin tomar un rol activo en el mismo. Yo estaba dirigiendo todo y, en un determinado momento, algo me dijo que debía pasar de lo que tenía planeado y fluir con las energías del círculo. Me dejé llevar y continué hasta que dimos por finalizado el ritual. En ese momento, me giré y vi a mi amiga levantándose con la cara llena de lágrimas para darme un abrazo enorme y decirme "ay mi niño, qué bonito y emotivo ha sido todo". Hablando con ella varios días más tarde, me dijo que notó perfectamente el momento en el que decidí romper con lo establecido y dejarme llevar, que justo ahí fue cuando la carga emocional empezó a incrementarse debido a que estábamos celebrando directamente desde el corazón.
Desde ese momento, siempre he intentado darle ese punto emotivo a los rituales que dirijo, pero siempre pensando que también se trataba de mi propia forma de hacer las cosas. Sin embargo, las últimas ceremonias a las que he asistido han causado el mismo efecto en mi. He terminado llorando de felicidad al disolver un bloqueo de mi vida, he presenciado meditaciones guiadas que con ciertos comentarios espontáneos han desencadenado un torrente de carcajadas, he bailado la danza en espiral y he vibrado con el latido de los tambores hasta caer rendido al suelo. Y entonces, ha sido cuando me he cuestionado las habilidades de esas personas a las que admiro y suponían un referente en mi vida, pero cuyos rituales no me suponían nada.
He llegado a la conclusión de que es necesario un buen nivel de conocimientos para hacer las cosas de forma correcta y coherente. El estudio dentro del camino espiritual es algo importante para avanzar y comprender el porqué de las cosas, así como para profundizar en nuestras creencias e ir más allá. Sin embargo, si todo queda en disertaciones teóricas y no se lleva a la práctica, no sirve de nada. Si uno no se atreve a innovar, a equivocarse y a experimentar, siempre se quedará en el mismo lugar a base de repetir lo mismo una y otra vez, como si no existiese nada más.
Y, honestamente, creo que resulta contraproducente insistir en quedarse parados cuando en realidad estamos en una espiral en permanente movimiento.
Nuhmen Delos ~
Esta entrada está dedicada a dos amigas a las que admiro. Ambas me han enseñado el juego que pueden dar unos fresones y un palo si se pronuncian las palabras adecuadas.
Muy bonito y muy cierto. Escribes y expresas muy bien por medio de la palabra escrita. Transmites mas que palabras. Transmites sentimiento y emoción y eso no todo el mundo que escribe lo consigue.
ResponderEliminarMe encanta tu reflexión, así, es que no puedo decirte mucho más que eso. Gracias por fluir. <3
ResponderEliminarGracias por compartir esa reflexión, que es mia también: Conocimiento, práctica y sentimiento. Atreverse a descubrir nuestras propias maneras dentro de lo establecido o simplemente romper;hasta con lo que funcionó una vez. El corazón estará allí para llevar la mágia a su mas autentica expresión. Bendiciones
ResponderEliminarConcuerdo totalmente con tu publicación. Después de haber pasado años haciendo todo tal cual lo tenía escrito, preocupándome por no saltar un paso, me di cuenta que si dejas que todo fluya la energía es mas lineal.
ResponderEliminarComo me dijo una amiga, "los Dioses no se enojan con vos si te equivocas un paso" jaja.